El Día Internacional de la Mujer es una fecha que se sigue en muchos países del mundo. Cuando las mujeres de todos los continentes, a menudo separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unen para conmemorar su día, pueden contemplar una tradición de no menos de noventa años de lucha en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.
El Día Internacional de la Mujer se refiere a las mujeres corrientes como artífices de la historia y hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre. En la antigua Grecia, Lisístrata empezó una huelga sexual contra los hombres para poner fin a la guerra; en la Revolución Francesa, las parisienses que pedían “libertad, igualdad y fraternidad” marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino.
Desde resoluciones innovadoras e inspiradores discursos hasta activistas que motivan el cambio en línea y de manera presencial, esta cronología destaca hitos relevantes y momentos memorables para los derechos de las mujeres en las Naciones Unidas desde su fundación en 1945.
Desde su creación el 24 de octubre de 1945 para promover la cooperación internacional tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas han consagrado la igualdad de derechos de mujeres y hombres como aspecto fundamental de su razón de ser. Su carta fundacional señala que, como parte de su propósito, se encuentra el desarrollo y promoción de “las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión”. Menos de un año después, durante el periodo de sesiones inaugural de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Londres, Reino Unido, Frieda Dalen de Noruega se convierte en la primera mujer delegada en intervenir y Eleanor Roosevelt de los Estados Unidos de América pronuncia su célebre “carta abierta a las mujeres del mundo” en la que las insta a participar más en los asuntos nacionales e internacionales.
Se crea una comisión funcional del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW), como el primer organismo intergubernamental mundial dedicado exclusivamente a la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Decisiva a la hora de supervisar la condición de los derechos de las mujeres en todo el mundo y definir los estándares internacionales sobre igualdad de género, la Comisión reúne a Estados Miembros, organizaciones de la sociedad civil y entidades de las Naciones Unidas anualmente para evaluar deficiencias y valorar el progreso. En el marco de la Comisión, los Estados Miembros acuerdan medidas para acelerar el logro de los derechos y el empoderamiento de las mujeres.
Aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, la histórica Declaración Universal de Derechos Humanos es el primer reconocimiento mundial de que existen derechos inalienables y libertades fundamentales que se aplican a todos los seres humanos. Redactada como “el ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse”, por primera vez en la historia humana la Declaración enumera derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales que todos los seres humanos —mujeres y hombres por igual— deben disfrutar. Piedra angular de los derechos humanos modernos, la Declaración, junto con el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), conforman la Carta Internacional de Derechos Humanos.
En 1975, durante el Año Internacional de la Mujer, las Naciones Unidas empiezan a conmemorar el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo). Dos años más tarde, la Asamblea General de las Naciones Unidas formaliza oficialmente el Día, pese a que su primera celebración se remonta al 28 de febrero de 1909, cuando el Partido Socialista de América designó el día en recuerdo de la huelga de trabajadoras del sector textil el año anterior en Nueva York. Coincidiendo con el Año Internacional de la Mujer, tiene lugar en México la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, del 19 de junio al 2 de julio de 1975. En dicha Conferencia se formula un plan de acción mundial de diez años para la promoción de la mujer, tras lo cual la Asamblea General de las Naciones Unidas proclama 1976-1985 como el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz a fin de implementarlo.
La Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en Viena, en junio de 1993, adopta pasos históricos para proteger los derechos de las mujeres reconociendo la violencia contra las mujeres como una violación de los derechos humanos e insta a tomar medidas hacia la eliminación de estas formas de violencia. Posteriormente, en diciembre de ese mismo año, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, convirtiéndose en el primer instrumento internacional en abordar explícitamente y definir formas de violencia contra las mujeres y desplegar un marco para la acción a nivel mundial. En 1994, la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas designa a Radhika Coomaraswamy, de Sri Lanka, Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer a fin de registrar actos de violencia de género y formular recomendaciones para eliminarlos. Sin embargo, aún una de cada tres mujeres y niñas sufren violencia a lo largo de su vida, lo que constituye una de las violaciones de los derechos humanos más generalizadas que las Naciones Unidas deben priorizar.
En septiembre de 1995, 17 000 participantes y 30 000 activistas, una cifra sin precedentes, acudieron a Beijing, China, para participar en la Cuarta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, donde se celebraron debates políticos sobre los derechos de las mujeres. Si bien no era la primera vez que las Naciones Unidas celebraban una conferencia mundial sobre las mujeres —las tres anteriores se organizaron en Ciudad de México (1975), Copenhague (1980) y Nairobi (1985)— es en 1995 cuando 189 países aprueban por unanimidad una referencia progresista a favor del empoderamiento de las mujeres. Así, se proclamó la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, el marco que define objetivos y medidas incluidos en 12 esferas de especial preocupación con el fin de promover los derechos de las mujeres. Cada cinco años desde su aprobación se han llevado a cabo exámenes mundiales para evaluar el progreso y las deficiencias en su implementación.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprueba la resolución histórica 1325 en octubre de 2000, reconociendo que la guerra afecta a las mujeres de manera diferente e instando a que las mujeres sean parte fundamental de la prevención, la gestión y la resolución de conflictos. Desde entonces, se han aprobado seis resoluciones de apoyo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas —1820, 1888, 1889, 1960, 2106 y 2122— atendiendo diversos matices, desde el reconocimiento de la violencia sexual como táctica de guerra hasta la disposición de un sistema de rendición de cuentas con el objetivo de implementar medidas más firmes que permitan a las mujeres participar en la resolución de conflictos y en la recuperación.
Después de la aprobación de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se hicieron múltiples llamados para aumentar la participación de las mujeres en los componentes civiles, policiales y militares de las operaciones encargadas del mantenimiento de la paz. Entre otros motivos, las mujeres son fundamentales para fortalecer la protección y el alcance a la comunidad así como para abordar la violencia sexual y de género. Se han realizado avances positivos: en el año 2007, la India despliega la primera unidad policial formada exclusivamente por mujeres en una operación de paz enviada a Liberia; y en el año 2014, la General Kristin Lund, de Noruega, se convierte en la primera mujer comandante de la fuerza de una misión de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz. Sin embargo, las mujeres actualmente representan únicamente un 3 por ciento del ejército, un 10 por ciento de las fuerzas policiales y un 29 por ciento de los equipos civiles en las actividades de mantenimiento de la paz.
En un gesto histórico adoptado en julio de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas crea la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) para acelerar el progreso en la atención de las necesidades de las mujeres y las niñas de todo el mundo. Esta decisión forma parte de una agenda de reforma de las Naciones Unidas que incluye la suma y el aprovechamiento del importante trabajo realizado por cuatro secciones anteriormente diferenciadas del sistema de las Naciones Unidas dedicadas exclusivamente al empoderamiento de las mujeres. Inicialmente dirigida por la actual presidenta de Chile, Michelle Bachelet, la entidad actualmente (2015) se erige como una defensora dinámica de las mujeres y las niñas de todo el mundo bajo el liderazgo de Phumzile Mlambo-Ngcuka, de Sudáfrica.
En su primera aparición destacada en público después de haber sufrido un ataque talibán, la activista paquistaní Malala Yousafzai pronuncia un enérgico discurso sobre la educación y los derechos de las niñas en las Naciones Unidas con ocasión de su 16º cumpleaños (12 de julio de 2013) —también conocido como el “Día de Malala”—. Siendo la galardonada con el Premio Nobel de la Paz (2014) más joven, actualmente Malala continúa luchando a favor del derecho a la educación y, entre otros logros, ha abierto una escuela mediante el Fondo Malala para niñas sirias refugiadas en Líbano en 2015.
Un histórico Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos (C189) en materia de derechos laborales entra en vigor, ofreciendo a las trabajadoras y los trabajadores domésticos —en su mayoría mujeres— los mismos derechos laborales básicos que al resto de trabajadoras y trabajadores. Un año antes, Uruguay y posteriormente Filipinas, fueron dos de los primeros países en ratificar el tratado, lo que permitió que entrara en vigor. Desde la aprobación del convenio 22 países han seguido este ejemplo aprobando leyes que mejoran los derechos sociales y laborales de las trabajadoras y los trabajadores domésticos.
Se ha conseguido mucho en 70 años, pero todavía queda mucho por hacer: cada día 800 mujeres mueren por causas relacionadas con el embarazo que podrían evitarse; una de cada tres mujeres sufre violencia física o sexual; las mujeres ocupan únicamente el 22 por ciento de escaños parlamentarios y actualmente representan más del 60 por ciento de la población analfabeta del mundo. En este momento en que los Objetivos de Desarrollo del Milenio llegan a su fin y la agenda del desarrollo sostenible se pone en marcha, hablemos claro: nuestro trabajo está lejos de haber concluido. Debemos y podemos lograr la igualdad de género. Necesitamos un Planeta 50–50 en 2030 y debemos dar el paso por las mujeres y las niñas de todo el mundo.
Fuente Oficial: www.un.org